Tres operaciones realizadas por la Policía Nacional de España en Madrid y Murcia resultaron en la desarticulación de una banda internacional de ladrones compuesta por ciudadanos colombianos.
El grupo de delincuentes se especializaba en el robo de joyerías y sucursales bancarias. Según la información recopilada por las autoridades españolas, la banda sería responsable de al menos doce casos.
El monto de los robos, cometidos en las provincias de Madrid, Alicante, Valencia, Cádiz, Málaga, Murcia y Lugo, asciende a 700.000 euros (más de 3.200 millones de pesos colombianos). El operativo, denominado “Esmeralda”, comenzó en agosto. Durante casi tres meses de investigaciones, se logró develar el modus operandi de esta organización criminal, destacó el medio ABC.
Tras recibir varias denuncias, que según confirmaron las autoridades españolas sumaron un total de doce, la investigación permitió identificar cómo actuaba la banda de ciudadanos colombianos. En algunos casos, se aprovechaban de adultos mayores.
La organización operaba a nivel nacional utilizando diversas técnicas de distracción, como el pinchazo (que consiste en simular una falla en el vehículo debido a un neumático pinchado y pedir ayuda a la víctima), la mancha (en la que un delincuente arroja una sustancia sobre la víctima y, mientras finge ayudarla junto con otros cómplices “desconocidos”, comete el robo en ese momento) y la siembra para perpetrar hurtos en sucursales bancarias y sus alrededores.
La siembra es una práctica bien conocida por las autoridades. En esta modalidad, uno de los ladrones, haciéndose pasar por un ciudadano común, le avisa a la víctima que se le ha caído un billete, generalmente de baja denominación (cinco o diez euros). Cuando la víctima se agacha para recogerlo, otro ladrón actúa rápidamente y roba el dinero o la tarjeta del cajero automático.
Los cinco integrantes de la banda, todos de nacionalidad colombiana, identificaban a sus víctimas en ferias y eventos específicos. Como si se tratara de una película de acción, similar a las de la franquicia Ocean’s Eleven (La gran estafa), utilizaban dispositivos electrónicos avanzados para vigilar y seguir a sus objetivos, lo que les permitía elegir el momento preciso para atacar.
El grupo no solo se enfocaba en joyas, sino que también sustraía grandes sumas de dinero en efectivo, que posteriormente vendían en el mercado negro. La mayor parte de las ganancias era enviada a Colombia, lo que sugiere una operación bien organizada y con conexiones internacionales. Tras cada robo, los miembros de la banda se dispersaban rápidamente para evitar ser capturados.