El cementerio Jardines del Recuerdo, en el norte de la capital, recibió a decenas de familiares y seguidores del acordeonista, Egidio Cuadrado, quién falleció a los 71 años de edad después de varios días ingresado en una clínica.
El cielo estuvo gris durante toda la jornada, marcada por la lluvia que acompañó a los asistentes, y con acordes de piano y un saxofón suave, la cantante Adriana Lucia cantó en memoria de Cuadrado, lo que provocó la conmoción de los asistentes.
Sin embargo, con la llegada de Carlos Vives, La Provincia cambió el tono, que pasó a alegrar a todos los que se reunieron por Egidio al ritmo del vallenato, evocando su eterno acordeón.
«Hemos pasado muchos días entre el llanto y la risa porque lo conocimos en su picardía», dijo Vives, quien este lunes lo recordó como alegre, auténtico y carismático.
«Lloraban los muchachos al ver mi despedida», dice el primer verso de la canción ‘Altos del rosario’ con la que empezaron a tocar los músicos que, aunque tristes, no lloraron, si no que se mostraron sonrieron por el espíritu alegre de Cuadrado.
Carlos Vives rememoró anécdotas del artista, nacido en 1953 en Villanueva. «La provincia representa una herencia de todo lo que somos como colombianos, de cómo una generación decidió hacer su modernidad», agregó sobre el nuevo estilo que impusieron a la música vallenata.
Vives también recordó a Ernesto ‘Teto’ Ocampo, guitarrista de la banda que falleció el año pasado y a quien «hoy se echa especialmente de menos».
Familia, amigos y vallenato
Varios artistas como Maía y Chabuco, amigos de Egidio y compañeros del conjunto vallenato en el que tocó antes de saltar a la fama se fueron sumando al concierto y convirtieron este momento triste en una fiesta.
José Cuadrado, el hijo del acordeonista, dedicó unas palabras a su padre entre lágrimas y agradeció a los que vinieron a despedirlo: «Nació en el seno de una familia pobre y humilde y aprendió a tocar el acordeón antes de empezar a hablar», dijo.
«No fue un hombre complicado pero tampoco simple», agregó José sobre su padre, y habló de su amor por el vallenato y su evolución dentro del género, desde la tradición hasta su carrera junto a Carlos Vives.
«Autenticidad y valentía de ser uno mismo. No sabía fingir, era lo que era y esa era su forma de vivir. Así era Egidio Cuadrado, no siguió la lógica de la mente, si no la del alma», expresó José para asegurar que, mientras alguien escuche una canción de su padre, Egidio no morirá.
Otro emotivo momento de la despedida fue cuando el bajista de la banda, recitó: «Sé que no soy el mejor, tampoco el peor, pero vivo del don del que Dios me dio», evocando los versos de una canción en la que estaba trabajando con el maestro acordeonista.