La ley del silencio es lo que opera en el asentamiento humano Santa Helena, de Caucasia, en donde la noche del domingo 2 de noviembre fueron asesinados a balazos dos adolescentes, uno de sexo masculino y el otro femenino. Ese hermetismo, motivado por razones de seguridad, es apenas normal tras la ocurrencia de un hecho violento en cualquier parte del mundo.
En relación con lo ocurrido el domingo, hay que destacar que el estruendo causado por armas de fuego alteró la tranquilidad que reinaba en ese populoso sector caucasiano, considerado el asentamiento humano más grande de Colombia con más de 38 mil habitantes, más o menos unas 7.500 familias.
El muchacho y la jovencita, víctimas de los pistoleros, fueron atacados a bala sin mediar palabras por sujetos que, tras perpetrar el doble homicidio, escaparon en una motocicleta en la cual hicieron presencia en el lugar.
A pesar de la andanada de balazos que recibieron, los dos adolescentes quedaron con vida y fueron llevados a un centro asistencial de Caucasia, donde fallecieron debido a la gravedad de las heridas. De acuerdo con versiones extraoficiales respondían a las siguientes identidades: Carlos Andrés Jiménez y Andry Liney Cuadros. Tenían entre 15 y 16 años de edad.
Este doble homicidio ha generado preocupación entre los habitantes del asentamiento Santa Helena, un territorio en el que sus líderes han realizado un importante trabajo social para convertirlo en territorio de paz. Asesinatos y crímenes ocurren en cualquier ciudad del país y del mundo.
No obstante, cabe resaltar la tranquilidad que reina en todos los sectores que componen este asentamiento humano, que cada día se consolida más y más con obras sociales que permitirán cumplir el ideal y el sueño de sus habitantes: una casa digna para ellos y sus familias.
Por el momento, se desconocen los móviles de este doble homicidio, sin embargo las autoridades policiales ya se encuentran trabajando para esclarecerlo y dar con la identidad y el paradero de sus autores.