La peligrosa ruta migratoria a través de la selva del tapón del Darién cobró un alto precio el miércoles, cuando diez migrantes perdieron la vida en un trágico naufragio.
Según el comunicado emitido por el Servicio Nacional de Fronteras de Panamá, los cuerpos de los extranjeros fueron hallados en las cercanías de la comunidad indígena de Carreto, Darién, tras ser arrastrados por una poderosa corriente en un río.
Las autoridades no han revelado las nacionalidades de las víctimas, mientras el Ministerio Público se encuentra llevando a cabo las investigaciones pertinentes.
Este trágico suceso es el más reciente en una serie de incidentes mortales que han marcado la ruta migratoria entre Sudamérica y Estados Unidos. Pues la zona del tapón del Darién es conocida por sus peligros naturales, que se suman a los riesgos asociados con la migración irregular y grupos armados.
El Incidente coincide con la decisión que toma Panamá, con la cual ha intensificado sus esfuerzos para controlar el flujo migratorio, poniendo 5 kilómetros de barreras para limitar el flujo migratorio.
Con el respaldo financiero y logístico del gobierno estadounidense se han instalado las vallas de alambres de púas en sectores críticos como Cañas Blancas, y se han desplegado patrullas especializadas para garantizar la seguridad y protección de los migrantes y la comunidad local.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por canalizar la migración de manera segura y ordenada, muchos migrantes continúan arriesgando sus vidas al optar por rutas no autorizadas y peligrosas. Esta situación ha generado llamados a la cooperación internacional y a la adopción de políticas que aborden las causas profundas de la migración y promuevan vías seguras y legales para quienes buscan una vida mejor.
