Después del gol de Miguel Terceros en el minuto 58 del partido, el seleccionado colombiano intentó llegar al empate. Sin embargo, la falta d e efectividad de los delanteros y el bloque defensivo del cuadro local, no lo permitieron.
Solo iban 20 minutos del partido contra Bolivia, cuando los defensas colombianos Jhon Lucumí y Willer Ditta se acercaron al banco de Colombia para que les dieran una bocanada de oxígeno.
Los 4.150 metros de El Alto les pasaron factura rápido. El ambiente era hostil. Un sol picante de tierra con altitud iluminaba la cancha como un bombillo. Por eso el técnico Néstor Lorenzo se puso gorra, gafas, con el blazer y camisa vino tinto que son su cábala.
Sin embargo, el astro no calentaba. Por el contrario, los futbolistas sentían en el cuerpo el golpe de un viento frío que llevó a que algunos aficionados en la tribuna se vistieran con chaquetas gruesas, sombreros, tapabocas. El termómetro marcaba 16 grados centígrados, muy parecido a lo que se siente algunos días en Bogotá.
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En esas condiciones, el seleccionado boliviano salió decidido a ponerse rápido adelante en el marcador. En el primer cuarto de hora del encuentro, la defensa colombiana vivió un asedio constante. En ese tiempo, Bolivia remató siete veces al arco defendido por Camilo Vargas. El arquero bogotano, bien ubicado, salvó varias veces al elenco criollo. Algunas veces por su talento natural para “volar”. Otras con la complicidad del palo.
Los criollos, por su parte, se veían imprecisos. No lograban hilar pases. Se notaban desesperados cuando tomaban el balón. James Rodríguez solo había tocado 13 veces la pelota. El planteamiento de Villegas tenía al elenco colombiano “ahogado”.
